LA MUJER DEL TERCERO SEGUNDA

Tenemos vecinas. Somos vecinas. Nos cruzamos por la calle. En la escalera. Oímos nuestras voces por el patio interior. Nos vemos en la cola del pan. Nos saludamos haciendo un gesto con la cabeza. A veces, poca cosa más. Nos vemos, pero somos como una sombra. Podemos desaparecer y que nadie se dé cuenta. Nos podemos volver invisibles porque muchas veces ya lo somos.

Somos la pieza que falta para dar verosimilitud a nuestro entorno. Unos cuantos vecinos. Unas cuantas vecinas. Algún perro. Algún gato. A lo mejor un canario canta. Nos vemos. Pero pocas veces nos miramos y casi nunca nos escuchamos.

En La mujer del tercero segunda, Raquel nos dice por primera vez su nombre y se explica. Porque, aunque no lo parezca, hay cosas que pueden tener una explicación y, aunque no nos apetezca, a veces las voces que escuchamos por el patio interior están cargadas de historias. ¿Nos atrevemos a escucharlas?